Ese gusto imposible
de conjurar la fuerza
de un sordo azar
y este eco palpitante
de una realidad que no existe,
se entrelazan en un juego
de frases perdidas
en un viento de agosto.
La soledad se precipita
por la confusión
y sus abismos,
solo queda el orden
con que he decorado las paredes.
En el camino incierto
de las estrellas fugaces,
buscando ese lugar tan mío
como mi propia muerte,
despierta
despierta
a esa hora el alba
que arrastra su cortejo de presagios
donde se fraguan
abominaciones y sueños.
Antonia Obiol - 2017
Gráfica: Pablo Bernasconi
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